En concreto, un historiador del siglo II llamado Luciano de Samasota, nos relata en una de sus obras como Arquímides en defensa de la ciudad de Siracusa ante los Romanos, utiliza un arreglo de espejos para reflejar la luz solar y reflejar un rayo de calor sobre los barcos enemigos haciendo que estos ardieran, esto ocurrido alrededor de los años 213-211 a.de C.
Sin embargo se han intentado reproducir estos hechos tomando en cuenta que en esa época los espejos en su mayoría eran metales pulidos, se ha podido llegar al punto de inflamabilidad de la madera, pero a corta distancia, y con un objetivo fijo de aproximadamente 10 minutos.
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